Eres madre y recibiste de Dios una hermosa flor para cultivar en el jardín de la tierra. Mantén la comunión de tu mente con el Padre celestial,
que te asistirá en todas tus luchas. Mira a tu hijo con amor. Piensa en las mujeres que no han podido engendrar un hijo en sus entrañas.
Y piensa en tantos niños que no encontraron a nadie que les brindase el amor de una mamá. ¡Ten paciencia con tus hijos!